jueves, 22 de noviembre de 2007

Piedrita Azul

Estaba, de nuevo, pensando en ella y en todo el tiempo que tenía sin dirigirle la palabra, sin tener una buena razón para hacerlo. Supuse que nuestra amistad había terminado por un acuerdo tácito, ya que ella tampoco me había buscado. Fue por eso que me sorprendió tanto que un día me abordara de la nada y me regalara una pequeña cajita envuelta, que en su interior tenía una piedrita azul; una piedrita pequeña, que cabía fácilmente en la mano, de forma ovalada, perfectamente lisa, como una piedra de río, pero azul.

No recuerdo que hice con la piedrita azul, no le di gran importancia, pero el gesto me pareció algo curioso, por lo que decidí preguntar sobre la piedrita a quién me la había regalado; se negó a responder preguntas al respecto pero me ofreció salir por un café, accedí, esperando que entonces aceptara decirme algo al respecto.

Como era de esperarse, era impresionantemente buena para usar evasivas, así que regresé sabiendo exactamente lo mismo que sabía sobre la piedrita azul. Lo único que logré sacarle, fue que le había costado mucho darme esa piedrita, y que eventualmente lo entendería, a su tiempo comprendería el valor que tiene. Sí, claro…

Ayer encontré la piedrita, me gustó, tiene algo que no pude apreciar la primera vez que la vi, por lo que la coloqué en un lugar de mi habitación donde siempre la podría ver… Cuando ella se despidió de mi, me dijo que conservara la piedra y le diera una gran importancia, ya que la tenía. No era necesario que me dijera eso, ya que la piedrita comenzaba a representar bastante para mi.

Me agrada tener la piedrita en las manos, siempre tiene la temperatura ideal y la textura es muy agradable; igualmente, disfruto con sólo ver la piedrita, una piedrita única, que representa algo que me distingue.

La noticia me fulminó; cuando me enteré, mientras veía la televisión, sentí como si se me fuera el alma a los pies, no era el único con una piedrita azul, todos tenían una, era la nueva moda y no había quien no la siguiera. Me sentí tan frustrado que pensé seriamente en tirar la piedrita, o romperla, o hacer lo que pudiera para no volver a pensar en ella, ni verla, ni saber nada de mi piedrita. No me importa lo que la televisión diga, mi piedrita azul es especial, es única, ya que es mía y me la dio ella… Eso es lo mismo que dicen todos, que es especial y única. Todos tenemos la misma especial y única piedrita azul…

Resistí el impulso de romper la piedrita. Sin importar lo que creyeran todos, mi piedrita es especial, realmente es única, pero no puedo tolerar verla, así que la escondí como mejor pude, tratando de dejar de pensar en ella y en dónde la escondí. Por un tiempo fue una tortura el llegar y no encontrar mi piedrita azul, pero poco a poco fui acostumbrándome a no verla, hasta que llego el punto en que no la necesité más. Al menos eso es lo que yo sentía.

Fue hace poco realmente, de la nada recordé la piedrita azul y como la disfrutaba, pero rechacé la idea inmediatamente como una estupidez, y por un momento fue imperiosa la necesidad de buscar la piedrita; afortunadamente me fue imposible encontrarla, ya que había olvidado la ubicación exacta donde la escondí.

Sentía que había pasado mucho tiempo de la noticia, y que la moda debería estar desvaneciéndose para ahora, pero por más que indagaba, notaba que las piedritas azules eran bastante comunes, y que incluso había quien las comía y las perdía para siempre, ya que se creían capaces de conseguir otra piedrita. Había tantas piedritas que eran prácticamente todos los que se comían sus piedritas y conseguían una nueva.

Compré el periódico, me dijeron que saldría un reportaje bastante interesante sobre algún tema de interés general, que realmente no me interesaba, pero era tema de conversación bastante común. Estaba leyendo el reportaje cuando me aburrí y decidí hojear el periódico. Encontré una noticia alarmante, las piedritas azules estaban escaseando, y esta semana habían llegado a su punto más bajo. Me sentí casi obligado a comprar una piedrita azul, iba llegando a comprarla, cuando recordé que mi piedrita era especial, y cualquier otra piedrita azul comprada no tendría el mismo valor que la mía, ya que era única.

Por fin llegó la noticia al grueso de la población, la escasez de piedritas azules llegó a tal punto que no se pueden conseguir nuevas, la única forma de conseguir es comprando a alguien más que tenga. Pienso en mi piedrita azul y decido esconderla en un lugar más seguro, no pienso venderla por nada, y menos aún permitir que me la roben sólo porque no está bien escondida.

En pocos días la situación es de completo caos, quedan cada vez menos piedritas, y hay grandes cantidades de personas sin piedrita azul, sólo unos pocos siguen comprando y consumiendo su piedrita, ignorando que eventualmente no podrán seguir haciéndolo.

Como era de esperarse, parece que mi piedrita azul es la única, no sé como supieron todos que yo tenía una, estoy seguro de que jamás lo mencioné. Obviamente he rechazado todas las ofertas y he tenido que conseguir más seguridad para mi piedrita azul. De nuevo la veo cada que puedo, ahora que estoy seguro de que es única, estoy disfrutando enormemente con tenerla.

La gente comienza a volverse amenazante, quieren que venda mi piedrita o la coma, no parecen sentirse felices de que yo tenga mi piedrita azul, de hecho, parecen envidiosos y molestos. He decidido escapar y llevarme mi piedrita conmigo, no sé a dónde iré, pero nadie podrá encontrarme, en ese lugar podré conservar mi piedrita tal y como yo la quiero.

Mientras camino por la calle, noto que todos saben que tengo mi piedrita conmigo, las personas comienzan a salir de sus casas y a acumularse, cada vez parecen más amenazadores y comienzan a acercarse. Cuando los veo, no reconozco sus caras, sólo veo sombras amenazantes; siento la necesidad de proteger mi piedrita, por lo que la tomo en mi mano y me mentalizo para intentar huir, sin soltar mi piedrita, aunque en eso se me vaya la vida. Es entonces cuando la gente comienza a correr hacia mi, antes de que pueda reaccionar me encuentro rodeado, solo con mi piedrita azul, solo contra el mundo. Aprieto mi piedrita azul con fuerza cuando la multitud cae sobre mi…

Lo último que recuerdo, antes de despertar en una cama de hospital, es que no abrí la mano, y cuestiono a la primera enfermera que veo sobre mi piedrita azul. A menos que consideremos una cara de confusión una respuesta apropiada, ella decidió ignorar mi pregunta. A pesar de que nadie quiere responder, yo sé que la piedrita está dentro de mi, en un lugar donde nadie podrá tomarla, y dónde sólo yo sé que existe…